miércoles, 8 de marzo de 2017

MUJERES Y FILOSOFÍA

Como todo el mundo sabe, hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Este post está dedicado a todas las mujeres trabajadoras del planeta, a las compañeras de Izquierda Unida (en especial a Sol Sánchez, a la que tuve el placer de escuchar recientemente en una charla celebrada en el Centro Social Pablo Picasso de mi barrio), a las compañeras argentinas de “Ni una menos” (en especial a Maitena), a mis amigas de la Tertulia de Filosofía, a Irene, actualmente en situación de baja laboral (ustedes pueden imaginar bien porqué), y a mi hija, que en estos días acaba de empezar lo que será, sin duda, una dura experiencia laboral.
Hace unos días, Concha Roldán, Directora del Instituto de Filosofía del CSIC, desde las páginas digitales del diario Público, se hacía la siguiente pregunta: “¿Por qué siguen estando las mujeres ausentes de las Historias de la Filosofía?" Concha Roldán cita, al comienzo de su artículo, el famoso ensayo de Virginia Wolff “Una habitación propia” , en el que ésta denunciaba la invisibilidad de las mujeres en el mundo de la literatura. “Suponiendo que Colón o Newton –escribía Virginia Wolff- hubieran sido mujeres, los documentos históricos se hubieran olvidado de recoger en sus páginas el descubrimiento de América o de la ley de gravitación universal”. Me imagino que habrá quien piense que opinar de esta manera resulta un tanto exagerado, pero ahí está la realidad para desmentir esta suposición; Concha Roldán no deja de recordárnoslo. Por ejemplo, en “Sexo y filosofía: sobre mujer y poder” , ensayo de Amelia Valcárcel, señalado oportunamente por Concha Roldán, ésta escribe que “la invisibilidad de las mujeres es superior a la concedida por el anillo de Giges: las mujeres no se ven”, pues si consiguen alcanzar alguna cota de poder, inmediatamente se las aparta de los espacios y tiempos en que se transmite y fragua la jerarquía. Algo que seguimos percibiendo en las mesas redondas o tertulias “de expertos”, donde resulta sumamente difícil encontrarse con una mujer experta –tanto en las llamadas ciencias duras como en humanidades y ciencias sociales- a la que no se quiera poner en entredicho. Y sí, tampoco servirían como ejemplos, para desmentir esta tesis, los casos puntuales de Christine Lagarde, Marine Le Pen, Ángela Merkel, o Cristina Cifuentes, todas ellas en las antípodas de lo que aquí estoy intentando desvelar. Como ya he indicado antes, Sol Sánchez nos recordaba, el pasado 4 de marzo, cuestiones tan interesantes como la exclusión de las mujeres en el mundo de la Economía, donde la visión de los hombres puede resultar algo reduccionista, o cuestiones tan complejas como la “maternidad subrogada” o los “vientres de alquiler”, a todas luces una explotación económica realizada desde sociedades económicamente pudientes a mujeres con escasos recursos, aunque algunos, desde un punto de vista supuestamente “liberal”, consideren este asunto desde la óptica de una “libertad” que se deshace en las nubes de la injusticia cuando la observamos de cerca y con toda la seriedad que la cuestión implica. Volviendo al artículo de Concha Roldán, el mundo de la Filosofía tampoco estaría a salvo del olvido y de la exclusión de las mujeres que, de un modo u otro, se han dedicado al pensamiento. “La invisibilización pública y profesional –señala Concha Roldán- que padecen las mujeres es producto del encorsetamiento androcéntrico de nuestras sociedades occidentales, algo en lo que no difieren tanto de las otras culturas. Nada ha cambiado –si no es para peor, en nuestras sociedades neoconservadoras- desde que Celia Amorós explicara el fenómeno poniendo de manifiesto que ‘las razones de los olvidos de la razón se sustentan en una concepción patriarcal de la historia’; esta tesis –sostenida en “Hacia una crítica de la razón patriarcal” - sacudió las conciencias en las Facultades de Filosofía, pero una década después no había conseguido calar su mensaje, que se veía obligada a repetir en “Tiempo de feminismo”. Con estos argumentos, uno no puede dejar de interrogarse sobre qué diablos estarán pensando nuestros amigos filósofos, si se diferenciarán acaso de esa visión talibán del asunto vertida recientemente por ese Diputado polaco del Parlamento Europeo que nos dejó, a todos los que tuvimos la desventura de escucharle, entre perplejos e indignados. Concha Roldán recupera para nuestra memoria los nombres, ignorados en las Historias de la Filosofía, de algunas mujeres excepcionales que dejaron su particular impronta en el mundo del pensamiento: Aspasia, Diotima, Hipatia, Hiparquia, Hildegard von Bingen, Christine de Pizan, Marie de Gournai, Olimpe de Gouges, Anne Finch Conway, Emilie de Châtelet, Sophie de Grouchy, Mary Wollstonecraft, Harriet Taylor-Mill, etcétera. Yo añadiría, a esta ya de por sí interesante lista, los nombres de mujeres que, en la actualidad, desde diferentes ópticas, han aportado interesantes puntos de vista al diálogo de la Filosofía; nombres como los de Judith Butler, Luce Irigaray, o Michèle Le Doeuff, desde el llamado “feminismo de segunda generación”, o Donna Haraway, desde el llamado “pensamiento posthumano”, etcétera. Que las mujeres existen en el mundo de la Filosofía, sería una realidad tan evidente como su presencia en otros ámbitos de la vida; la cuestión de su exclusión y de su marginación en el olvido por parte de la “ortodoxia” masculina es lo que debería preocuparnos a todos. Si bien el caso de Hanna Harendt sería la excepción a la regla, el resto de mujeres antes citadas, y su interesante producción filosófica, desapareció de la Historia de la Filosofía como los restos de un naufragio, engullidas por el mar del olvido. Concha Roldán denuncia el posicionamiento de los varones filósofos ante el debate sobre el género: “Parecería obvio –escribe Concha Roldán- que la filosofía, disciplina crítica por excelencia, hubiera debido enfrentarse al problema con otro talante, pero son pocos los filósofos varones que se han acercado al debate sobre el género de una manera que no sea meramente oportunista o anecdótica”. “No basta –concluye Concha Roldán- con rescatar del olvido las biografías y las obras de las mujeres filósofas, para dejarlas en su gueto, sin tornar permeable a la igualdad la realidad de la filosofía. De lo que se trata es de explicar la historia de la filosofía –la historia de la humanidad- sin sesgos de género. De lo contrario, ¿qué modelos tendrán nuestras alumnas cuando vean que sus maestras pasan por las aulas sin conseguir horadar un hueco en el duro muro de la Academia?”. Todo cuanto podamos hacer, dentro de nuestras posibilidades, para remediar este desaguisado, será poco. Hoy es un buen día para reconsiderar este tema; siempre es un buen día para reconsiderar este tema y reconducir la historia. Como escribió Louis Althusser: “El porvenir es largo”.

1 comentario:

  1. Ayer tarde, en la Manifestación del 8 de Marzo, en Madrid, de Cibeles a Plaza de España, una pancarta que, entre otras con el mimo sentido, llamó poderosamente mi atención: "Somos las hijas de las brujas que no pudisteis quemar".

    La Secretaria General del Sindicato de Estudiantes me alcanzó una pegatina que yo guardo para mi hija, para levantarle la autoestima: "Libres y Combativas".

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